sábado, 9 de octubre de 2010

“AUNQUE NO TUVE ALAS “

Estaba llorando y sentía que mi nariz estaba irritada, no era tristeza lo que sentía, me llevó bastante tiempo y muchos sueños comprender que esa chica de largos cabellos negros, piel tostada por el sol,  mirada profunda color miel, con una emoción estremecedora, con unas manos fuertes que sostenían una tinaja de barro grande y pesada, era YO!

No recuerdo que edad tenía la primera vez que desperté agitada, sobresaltada con el corazón acelerado, corrí abracé a mi madre,  ella tiernamente me dijo: no tengas miedo mi niña, nunca antes logré hablar de  este sueño, pues no solía recordar con claridad.

A medida que fueron pasando los años: empecé a observar el ambiente que me rodeaba, hacía frío,  un viento helado me paralizaba, entonces justo lograba ver uno pies, calzados por unas  sandalias de piel, poco a poco  se acercaban hasta donde me encontraba, una luz muy fuerte me dejaba  divisar sólo el reflejo de alguien que se acercaba hasta mi lugar…

Muchas noches forcé no dormir,  sentía miedo, pues a medida que el reiterativo sueño iba tomando forma,  aparecían nuevas novedades, entre ellas sucedió: que empezó a verse un poco más sobre aquel personaje que bajaba una especie de empedrado imitando una actual escalera, eran los pies de un hombre, su ropa era blanca  y justo cuando logré ver un poco más de este atuendo: yo dejaba caer la grande tinaja, esta estallaba en las duras rocas que entornaban el suelo que pisaba, fragancias fuertes sensibilizaban mi olfato, todas expendidas por el líquido derramado de la tinaja rota.

Pasaron muchas noches de repetición de esta escena, me parecía estar en una función del antiguo cine continuado…

Descansé por varios años, casi olvidando este sueño, hasta que una larga noche de insomnio me invadió y volví a aquella escena notando que aquella misteriosa silueta empezaba a tener forma, aturdida y consciente de resolver que sucedía desde el lado de mi cama, en una especie de conexión logré levantar el rostro en el sueño, está vez avancé hasta la silueta, era un señor vestido de blanco con grandes manos: con unas heridas en forma de agujeros en ellas, posó  entonces su mano derecha en mi cabeza, en este instante desperté sobresaltada, lloré emocionada sin comprender que me sucedía.

De nuevo hubo un largo receso dejé de tener este sueño recurrente, hace pocos días justo cuando me preparaban para hacerme una cirugía, estaba lista en medio de aquella camilla central rodeada de médicos el anestesiólogo empezó a decirme un montón de cosas, en un suspiro dejé de escuchar y de nuevo regresé a mi sueño recurrente, estábamos esta vez muy cerca yo podía tocar su ropa blanca, era una especie de túnica,  observé esas mismas manos posarse en mi cara, tocó mi nariz, en ese momento logré distinguir el olor de aquellas fragancias eran algo como mirra, canela, azafrán y  otras substancias aromáticas, diluidas en un fuerte aceite, este señor me decía unas palabras pero aún por los destellos no logré ver su rostro, tampoco escuchaba aunque se notaba que hablaba con voz fuerte, mi sueño no tenía volumen, o yo quizás soy una especie de sorda en él.

Una paz infinita me invadió desde mi camilla porque este señor estaba justo al lado de mi médico mientras realizaba mi cirugía, y finalmente vi su rostro, una piel bastante bronceada de oscuros ojos pero de dulce mirada, le hacía una especie de camino con los dedos a mi médico, le guiaba con los dedos, de vez en cuando posaba sus manos en los hombros del joven médico, me inquieté porque me reconocí tal cual soy ahora, pero volvimos a aquella cueva, y esta vez yo no estaba llorando emprendía una carrera atrás de aquel hombre que regresó su paso y desapareció, logré notar que aunque corría fuerte no me cansaba , estaba flotando, con una nueva apariencia transparente y ojos saltones, preocupada desde mi camilla porque necesitaba de ese aliento que se iba flotando pensé rápidamente en la joven de cabellos negros, entonces ella saltó fuerte y logró alcanzar a la nueva apariencia, apareció de nuevo el señor iluminado de blanco,  me tomó las manos y desperté entonces en la habitación de la clínica con mucho dolor y con las manos del  joven médico tomando las mías.

viernes, 8 de octubre de 2010

Hoy pienso: ¿Es igual el sueño que un sueño?

He descubierto que se puede correr, sin usar las piernas, pues en mi noche anterior, me invadía el temor,  sin embargo yo logré correr y salvarme, mientras ese gran temor trataba de alcanzarme, mi suerte fue astuta y me dejó correr aún sin usar mis piernas.

¿Como podría correr realmente si estaba dormida; si mi sueño pesado no dejaba moverme?

Fue entonces cuando descubrí que el sueño siendo un sueño es tan real como lo que puedes tocar en la realidad.

Finalmente desperté y mi cuarto lleno de muchas cosas estaba vacío, pintado de blanco y yo podía flotar entonces me miraba a mi misma acostada en mi cama, además bien dormida, logré tocar el techo, traspasar las puertas sin abrirlas, curiosamente no me daba miedo, entonces de pie frente a mi casa, empecé a correr por la larga calle,  y cuando iba exactamente frente a los grandes árboles logré tomar mis piernas contra mi pecho, sentí el  viento chocar contra mi cara, entonces descubrí que volaba y unas grandes alas salieron en mi espalda, sentí un dolor extraño en  mis omoplatos, sin embargo fue breve el dolor, entonces abrí mis brazos y subí hasta el alto cielo, ciertamente mientras volaba recordé que estaba en mi cama dormida entonces: traté de mirar mi cuerpo durante el vuelo observé que mi cuerpo era ligero muy blanco además no debía tener huesos porque podía ver a través de de él, justo observé muchos colores todos se posaron en mi cabeza en forma de rayo sentí entonces desde mi cama la intensa necesidad de despertar, y por un momento mi cuarto tan blanco estaba destellado de colores intensos yo no lograba despertar, pero si lograba mirarme en la cama mientras insistía en despertar, de nuevo estaba posada en el techo de mi cuarto justo en la esquina derecha, desde allí, mis alas habían desaparecido y en menos de un segundo desperté sin lograr recordar casi nada,  pero con un detalle bastante extraño:

“mi bata de dormir tenía un gran agujero justo en la altura de mis omoplatos”…